lunes, 18 de julio de 2011

Antes que me fueran
a botar a
Lo Valledor,
yo era el mejor perro
del barrio,
mi pedigrí
era único
-no tenía competencia-
a la hora de
perseguir gatos,
nadie me ganaba;
que hablar en comer,
era una bala.
Pero ahora,
la tiña
y el distemper
acaban con mi vida.
Mis huesos
son débiles
y mis colmillos
ya no dan miedo,
ya ni ganas tengo
de perseguir autos.

Soy un perro
callejero,
al menos la gente
me teme por eso.

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